Teníamos que aprovechar el jacuzzi cuando se fueron mis padres, ya que mi hermana y yo teníamos desde hace tiempo una aventura entre los dos, aprovechando los cortos espacios de tiempo de que disponíamos para poder disfrutar, así que no nos lo pensamos y nos lanzamos a follar sin miedo a que nadie nos mirara, pues nuestros padres no volverían a venir hasta la noche, por lo que podíamos deleitarnos en disfrutar, yo de sus enormes tetas y ella de mi polla, gruesa y firme que no dudo en entrar en su coño para follar salvajemente al ritmo de las burbujas.